En los tiempos que vivimos donde la información veraz y de valor se entierra entre montañas de datos, imágenes, publicidad, hacen que nos cueste mucho discriminar el valor real de la información, ya que hay que dedicar mucho tiempo a la investigación.
La responsabilidad social corporativa es un concepto más que sufre, desde un punto de vista muy personal, una degradación del fin real para el que se instauró.
Creo que todos sabemos que el objetivo que debería marcarse una sociedad justa, se basa en la igualdad, la inclusión, la sostenibilidad, y otros muchos principios orientados a lograr una sociedad más equitativa.
Sin embargo, la vorágine de los negocios creo que han desvirtuado este objetivo, maquillando con acciones de marketing datos que permiten hacer creer que una compañía pueda parecer una cosa totalmente distinta de lo que realmente es.
Pongamos un ejemplo, el sector tecnológico se caracteriza por tener una gran parte de personal masculino, sin entrar en debates del origen. Pues bien, si queremos hacer una normativa de responsabilidad social lo más justa posible, tendríamos que tener unos estatutos de empresa que permita generar una bolsa de candidatos y candidatas en igual número por cada puesto, ofrecer obviamente las mismas condiciones laborales y salariales y por supuesto, una conciliación familiar lógica.
Sin embargo, hay muchas empresas que contratan a una mujer en la cúpula directiva y lo publicitan como un ejemplo de igualdad, cuando en realidad es únicamente un símbolo.
En mi caso personal, por ejemplo, mi compañía distribuidora de electricidad actual no es de las más conocidas, se caracteriza por ser una compañía joven, moderna, con unos fuertes valores de igualdad y sostenibilidad, y que predican con el ejemplo. Por eso mismo, asumiendo que, por defender realmente estos valores, pueden tener unos costes mayores, acepto el pagar un poco más por la energía que consumo.
La cultura de la igualdad y la sostenibilidad es más cara, y es un paso que debemos entender y aceptar si queremos avanzar como sociedad.
Por eso, me lancé a escribir esta
pequeña nota, para apoyar una iniciativa de la fundación Juan XXIII que lanzó
la comercializadora eléctrica Juan Energy
Su objetivo, conseguir fondos para mejorar las condiciones de vida de personal con capacidades diversas y con algunas necesidades adicionales debido a su dependencia. Su misión es la sostenibilidad de un colectivo con grandes capacidades, pero con recursos limitados, y sin un objetivo de beneficio económico convencional.
Desde Bjumper, empezamos a tener contacto con la fundación desde principios de 2020, y aunque todos conocemos las circunstancias tan complejas de este año y no hemos podido completar alguna acción que teníamos marcada para el año pasado, queremos apoyar la iniciativa dándola a conocer al sector y personas con las que tenemos contacto.
Mi compromiso personal es que en cuanto venza mi permanencia con la compañía actual pasaré a formar parte de la familia Juan Energy. ¿Te animas?